Pourquoi ne l'avoir pas gardée ? Elle était faite à moi ; j'étais fait à elle. Elle moulait tous les plis de mon corps sans le gêner ; j'étais pittoresque et beau. L'autre, raide, empesée, me mannequine. Il n'y avait aucun besoin auquel sa complaisance ne se prêtât ; car l'indigence est presque toujours officieuse. [...] Sous son abri, je ne redoutais ni la maladresse d'un valet, ni la mienne, ni les éclats du feu, ni la chute de l'eau. J'étais le maître absolu de ma vieille robe de chambre ; je suis devenu l'esclave de la nouvelle.
“Ella estaba hecha a mí; yo estaba hecho a
ella.” Estas palabras del lamento de Diderot por su bata vieja las he rescatado
de un libro que me encontrado por la mañana en mitad del parque, empapado por
el rocío. Conocía el texto de hace años, pero lo de hoy ha sido profético,
porque por la tarde hemos ido a ver The Hobbit y ahí me he encontrado con la
bata de otro escritor, Bilbo Baggins:
¿Qué decir de esta primera entrega de la
trilogía? Pues que Peter Jackson vuelve a hacer lo que sabemos que hace tan bien,
pero nos ofrece una lectura fundamentalmente épica del cuento de Tolkien,
enriquecida con elementos de The Lord of the Rings y en cierto sentido a su
servicio, pues sacrifica elementos propios del cuento a la homogeneidad respecto
a las anteriores entregas cinematográficas. O sea, que este The Hobbit se parece
más a las películas que lo precedieron, tan buenas como son, que al libro que
yo recordaba, que es maravilloso. La versión es prodigiosa y realza todos los
elementos narrativos del libro, pero al precio de casi hacer desaparecer algo
que es para mí más importante: ese tono entre naif y socarrón, tierno y
nostálgico, tan propio de Tolkien, y que sólo sobrevive en el libro.

Pero ahí está la bata multicolor, bien visible hasta para
el enano, y con ella algo fundamental en todo hobbit de las dimensiones que
sean (nosotros lo vimos en 3D, lo que permite disfrutar más del paisaje, aunque
marea en las largas secuencias de lucha subterránea): ese gusto tan inglés por
las comodidades domésticas, el té, los árboles y el huerto. Small sigue siendo
beautiful. Y esa tensión entre la voluntad de irse y la de permanecer, entre la tradición y lo nuevo, entre el tiempo que nace y el que se va... (“Ella estaba hecha a mí; yo estaba hecho a
ella.” Lo dice Diderot lamentando la pérdida de su bata vieja, y casi estoy
tentado de decirlo sobre 2012. Este año perro pero que nos ha llevado hasta
aquí se merecía un homenaje. Que el siguiente sea un poco menos puñetero, y que
podamos verlo desde la laguna, aunque sea entre papeles mojados.)
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