Se me habían pasado por completo los cambios en el punto de vista del narrador (de tercera a primera persona, tan significativos, y que se mantienen en la versión en inglés). Y también la comparación con El extranjero de Camus: efectivamente, al comienzo Bird es un tipo ausente, alienado o desconectado de la vida que lleva, y sólo tras su descenso a los infiernos, cuando ya lo ha perdido todo, logra dar un sentido personal a su existencia.
Ese momento tiene que ver con enfrentarse al miedo: ser padre es descubrir una forma transitiva de temor; como se dice en uno de esos pasajes de cambio de punto de vista, “Si muriera ahora en un accidente, antes de salvar al bebé, mis veintisiete años de vida no habrían servido de nada. Bird sintió el terror más profundo que jamás había experimentado.” Es un libro sobre un cambio, o cambios, el de Bird y el de Himiko. Sobre el difícil camino hacia la madurez.
Pero (y esto es algo que no conseguí explicar durante la cena) hay una diferencia importante entre los dos personajes. Bird huye del sufrimiento que irrumpe en su vida con el nacimiento de su hijo; Himiko está instalada en él desde el suicido de su marido; eso le permite ayudar a Bird, y al final este le transfiere su fantasía de evasión africana. Esto libera a Bird; no sé si libera a Himiko. El final del cuento, que es feliz o al menos esperanzado para él, es más ambiguo para ella.
Me gustaría pensar que en alguno de esos universos posibles que abre el final de la novela, habiendo elegido cada uno su ruta, y con la dosis de perseverancia necesaria, los dos arriban a buen puerto.
¡Qué preciso e interesante resumen! Gracias, Antonio
ReplyDeleteMariajo
De nada, Mariajo, te debía lo de los puntos de vista… y, como dijo el otro, el blog es la tertulia por otros medios. Hasta la próxima, besos.
ReplyDeleteAntonio